Déjà vie

- A que no sacas el humo por la nariz? Retó Julia a Matías desafiante.
Este haciéndose el chulito le pegó una calada al porro recién encendido e hizo un par de muecas antes de sacar un hilillo de humo blanco por la nariz. Al instante sacó lo que quedaba de humo blanco por la boca disimulando un carraspeo.
Mientras tanto, Rusti iba sacando aros ovalados por la boca mirando fijamente las nubes de esa tarde azul. Veía Dalai lamas, Che Guevaras y Bob Marleys en el cielo y no notaba el duro banco verde en el que estaba tumbado, ni oía sus amigos jugando a ser mayores.
De repente oyó un ruido de risas, lejano, giró la cabeza y vio un par de botas negras delante de él. Levantó la mirada y vio a un madero.
- Que chaval? Fumando petas, eh? Te crees muy hombre?
Rusti miró a su alrededor, sus amigos se habían ido corriendo al ver acercarse el coche policial.
- Levántate enano! Chilló el uniformado con cara severa. A ver vacíate los bolsillos.
Rusti sacó su móvil y su cartera.
- Te crees muy listo, no? Dame la piedra. No me oyes? Estas sordo?! Que me des la PUTA Piedra.
No llevo ninguna piedra murmuró Rusti agachando la cabeza. Me han pasado el porro, no era mío…
El poli le cogió por la oreja con fuera.
- Oye niño quieres ir a comisaría? Te apetece un paseito?
Rusti empezó a ponerse rojo y soltó muy flojito y con la voz entrecortada
- De verdad…no era mío…yo no he hecho nada.
Al policía le pareció una escena patética, le empujó para que quedara sentado en el banco y le dijo:
- No fumes más, imbécil. Y entró en el coche patrulla aparcado sobre la acera deseando que su hija realmente estuviera en el gimnasio.

Mar de Borja